Introducción
La hipoacusia súbita, que suele afectar a 1 persona cada 5.000-10000 por año (varía según la fuente consultada, ya que se cree que la afección está infradiagnosticada), se presenta como un episodio de sordera súbita que generalmente solo afecta al oído; esta condición clínica generalmente se desarrolla en unas pocas horas o puede estar presente al despertar.
Dependiendo de la causa subyacente, puede ir acompañada de otros síntomas, que incluyen:
- tinnitus (manifestado como una molesta percepción auditiva de silbidos, zumbidos, crujidos o pulsaciones)
- mareos (sensación de desmayo, aturdimiento, inestabilidad y cabeza flotante),
- mareos (sensación de movimiento de uno mismo o del entorno circundante).
Entre las causas más comunes se encuentra la formación de un tapón de cerumen, pero es muy importante distinguir una pérdida auditiva que se desarrolla gradualmente con el tiempo por una pérdida auditiva repentina porque, en este último caso, puede ser necesario actuar con rapidez . tratar la condición clínica a los primeros signos y así reducir el riesgo de consecuencias permanentes.
Causas
Las causas de la sordera unilateral repentina se pueden dividir en tres categorías principales:
- Causas idiopáticas (desconocidas): muy a menudo no es posible identificar claramente el factor detrás de la reducción o pérdida de la audición unilateral (pero que también puede afectar a ambos oídos). A pesar de esto, se han desarrollado varias teorías que podrían explicar la sordera repentina, que incluyen:
- Infecciones virales (principalmente por herpes simple );
- Reacciones autoinmunes (ataque del sistema inmunológico al oído interno o sus nervios);
- Oclusión microvascular aguda (obstrucción de los pequeños vasos del oído interno o de los vasos sanguíneos de sus nervios).
- Desencadenante claro : en estos casos, es posible atribuir la pérdida auditiva a un evento obvio, como por ejemplo:
- Traumatismo craneoencefálico (principalmente fracturas del hueso temporal o conmociones cerebrales que involucran la cóclea): pueden dañar el oído interno y causar sordera repentina.
- Actividades que han provocado un cambio de presión ambiental (como el buceo) o actividades exigentes y fatigosas (como el levantamiento de pesas): pueden favorecer la formación de un orificio (fístula) entre el oído medio e interno que puede comprometer la percepción auditiva. En algunos casos, esta fístula puede estar presente desde el nacimiento y hacer que la persona sea más susceptible a la pérdida de audición que se desarrolla después de los medicamentos o los cambios de presión.
- Medicamentos ototóxicos: pueden causar efectos secundarios en los oídos y causar pérdida de audición incluso en un día (especialmente en caso de sobredosis); En el caso de tomar antibióticos pertenecientes a la clase de los aminoglucósidos, es importante vigilar la función renal y asegurarse de la posible excreción del fármaco, ya que los niveles tóxicos del fármaco en sangre podrían provocar hipoacusia (especialmente en sujetos con enfermedad genética rara que los hace más susceptibles a los efectos secundarios del fármaco).
- Infecciones, en las que la pérdida de audición ocurre durante o inmediatamente después de la fase aguda, como la enfermedad de Lyme , infecciones por herpes simple, sarampión .
- Tapones de cerumen .
- Enfermedades subyacentes : en algunos casos, la pérdida o reducción de la audición que afecta solo a un oído (y en casos raros a ambos oídos) puede ser el primer síntoma de otras afecciones médicas, como:
- neuroma acústico (tumor del nervio auditivo),
- esclerosis múltiple ,
- Enfermedad de Ménière ,
- pequeños trazos del cerebelo,
- sífilis reactivada (en personas con VIH ),
- vasculitis ,
- Macroglobulinemia de Waldenstrom,
- anemia de células falciformes ,
- Síndrome de Cogan (ocurre una reacción autoinmune que ataca el oído interno).
Síntomas
La pérdida auditiva repentina es en sí misma un síntoma, que en la mayoría de los casos afecta solo a un oído.
Se define como una pérdida de audición rápida e inexplicable, repentina o progresiva durante unos días; los pacientes afectados a menudo se dan cuenta de esto por la mañana al despertar, mientras que otros lo perciben, por ejemplo, al tratar de hablar por teléfono.
En algunos casos, se describe un ruido fuerte ( como un POP ) justo antes de que desaparezca la audición.
Entre los posibles síntomas asociados mencionamos
- sensación de plenitud en el oído,
- mareos y mareos,
- tinnitus (sensación de sibilancias y / o zumbidos).
Diagnóstico
En caso de hipoacusia súbita es importante actuar con prontitud, acudiendo a un médico (preferiblemente un otorrinolaringólogo) o al servicio de urgencias lo antes posible.
El diagnóstico implica la recogida de anamnesis (con especial atención a la historia reciente del paciente, teniendo en cuenta también cualquier viaje aéreo, buceo, traumatismo o infección reciente) y realizar una exploración física precisa con la ejecución de dos pruebas:
- Prueba de Rinne: se realiza a través de un diapasón que se hace vibrar a unos 2 cm de la oreja y luego se coloca detrás de la oreja del paciente. Según la percepción del sonido, si el paciente escucha el sonido con el diapasón apoyado, pero no cuando está simplemente cerca, se puede hablar de hipoacusia conductiva y el problema se localiza en el oído externo o medio. Si, por el contrario, no hay percepción de ambos estímulos, el problema se localiza en los receptores o en las vías auditivas y hablamos de hipoacusia perceptiva (el daño lo soporta el oído interno).
- Prueba de Weber: el médico coloca el diapasón en la parte superior del cráneo o en la frente del sujeto a examinar, poniéndolo en vibración. El paciente sano localiza el sonido en ambos oídos o en el centro de la cabeza. Si la hipoacusia es unilateral, el sonido se percibirá en el lado enfermo si es una hipoacusia conductiva, en el lado sano o no si se trata de una hipoacusia perceptiva.
A continuación, se pueden realizar otras pruebas, como:
- Medición de la impedancia acústica (examen que se realiza de forma ambulatoria mediante la inserción de una sonda dentro del oído; se utiliza para comprobar si existen lesiones o alteraciones que puedan provocar una percepción auditiva anormal)
- Audiometría de tono y habla (prueba de audición que se realiza aislando al paciente de los ruidos de fondo, generalmente colocándolo en una cabina audiométrica y evaluando su capacidad para percibir sonidos en campo libre o mediante auriculares);
- Resonancia magnética con gadolinio o tomografía computarizada (especialmente en personas que han sufrido un traumatismo);
- Análisis de sangre (para descartar infecciones, como el VIH o la sífilis).
Cuidado
En la mayoría de los casos de sordera súbita unilateral e idiopática, esta tiende a retroceder espontáneamente.
Se recomienda un tratamiento oportuno, implementado dentro de las 72 horas posteriores al inicio de los síntomas, para reducir el riesgo de daño permanente, por lo que siempre es recomendable buscar evaluación especializada.
Cuando se desconoce la causa y no es posible recurrir a terapias específicas, se suele implementar un tratamiento que consiste en la administración de corticoides (administrados por vía oral, intravenosa o instilados en la cavidad timpánica) junto con fármacos antivirales, eficaces contra el ‘herpes simplex (aunque no hay evidencia de los beneficios reales derivados de la administración empírica de antivirales).
Existe evidencia de que la inhalación de carbogeno (oxígeno más 5% de dióxido de carbono), en cambio, mejora la acción de los fármacos.
La mejoría de la sordera se obtiene generalmente después de 10-14 días de terapia y aproximadamente la mitad de los sujetos recuperan la audición por completo, mientras que el resto la recupera parcialmente.
La recuperación de un fármaco ototóxico, por otro lado, varía según la función y la dosis del fármaco y se recomienda encarecidamente que nunca exceda las dosis seguras.
Fuentes y bibliografía
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- La reclasificación de la sordera súbita
- Sordera repentina: una forma de pérdida auditiva aguda
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