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Introducción
Por osteomielitis nos referimos a un proceso infeccioso de tipo purulento (es decir, que implica la producción de pus) que afecta a los huesos y la médula ósea en su interior.
Ocurre principalmente a nivel de los huesos más ricos en tejido esponjoso, o aquellos más vascularizados, como
- los huesos largos (húmero, fémur)
- y la columna vertebral.
La causa principal es esencialmente bacteriana y el agente causal implicado con mayor frecuencia es Staphylococcus aureus; mucho más raras son la osteomielitis causada por virus, hongos o parásitos.
Los síntomas de la osteomielitis son:
- dolor localizado,
- fiebre y malestar general,
- limitación a los movimientos del área afectada,
- hinchazón y enrojecimiento del área afectada.
El diagnóstico es inicialmente clínico, es decir, se basa en el reconocimiento de los signos y síntomas del paciente; en las primeras etapas también es posible detectar un aumento de los índices de flogosis ( leucocitos y proteína C reactiva ).
El tratamiento de la osteomielitis implica el uso de antibióticos en dosis elevadas y durante períodos prolongados; en caso de abscesos o destrucción ósea extensa, puede ser necesario realizar procedimientos quirúrgicos.
Por tanto, la osteomielitis representa una patología bastante grave, capaz de dejar secuelas importantes en muchos pacientes (deformidades y amputaciones), e incluso provocar su muerte.

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Causas
Desde el punto de vista epidemiológico, la osteomielitis es una patología con una clara prevalencia en la edad temprana, la mayoría de los casos se manifiesta antes de los 20 años (por tanto, infancia y adolescencia).
El agente causal más comúnmente responsable de la osteomielitis es S. Aureus, una bacteria Gram positiva. Otras bacterias capaces de causar osteomielitis son
- Escherichia Coli ,
- Klebsiella,
- Pseudomonas.
Por otro lado, la osteomielitis causada por la infección con es ciertamente más rara
- virus,
- hongos
- o parásitos.
Desde un punto de vista patogénico, el patógeno puede llegar a la médula ósea y desarrollar una infección por:
- vía hematógena , es decir, a través de la sangre. Esta es la vía de contaminación más frecuente y explica la mayor incidencia de osteomielitis que afecta a los huesos más vascularizados;
- contaminación directa , por ejemplo en el caso de una fractura abierta (muñones óseos abiertos hacia el exterior después de una laceración de la piel y los tejidos blandos);
- procedimiento médico-quirúrgico , como
- cirugía Ortopédica,
- injerto de prótesis articular,
- osteosíntesis de fracturas
- extensión de la infección desde un área cercana, como el músculo o el tejido blando que rodea el hueso.
Los fumadores y los enfermos crónicos (diabetes, insuficiencia renal, …) son categorías de alto riesgo, al igual que todas las afecciones que provocan un descenso de las defensas inmunitarias (trasplantes, tratamientos de cortisona a altas dosis durante periodos prolongados, quimioterapia , …).
Clasificación
La osteomielitis se puede clasificar en:
- Osteomielitis aguda , cuando los síntomas duran menos de 1 mes,
- Osteomielitis crónica , cuando los síntomas duran más de 1 mes.
Si durante la fase aguda la infección no se erradica, por
- resistencia de las bacterias a los antibióticos,
- alta virulencia,
- Reducción de las defensas inmunitarias en pacientes con deserción.
el proceso infeccioso se vuelve crónico y esto conduce a cambios anatomopatológicos en el hueso afectado; Se crean áreas no viables en las áreas óseas más infectadas, llamadas «convulsiones», que representan el intento del cuerpo de confinar la infección, evitando su propagación mediante la formación de una envoltura ósea.
A largo plazo, la osteomielitis crónica conduce a importantes cambios estructurales en el hueso con presencia de esclerosis y deformidad, que es poco probable que los antibióticos logren, lo que explica la cronicidad del proceso y la dificultad de erradicar la infección.
Todos estos factores dificultan la recuperación de esta patología, con considerable discapacidad para los pacientes, hasta la posible amputación.
Síntomas
La osteomielitis se desarrolla principalmente en huesos con tejido esponjoso muy desarrollado, lo que significa que reciben una mayor irrigación sanguínea. Los más afectados resultan ser
- Homero,
- tibia,
- fémur,
- mandíbula,
- vértebras.
Los síntomas y signos clínicos de la osteomielitis son:
- dolor localizado bastante severo, que empeora con la acupresión
- hinchazón y enrojecimiento del área afectada
- limitación de los movimientos de la porción ósea afectada
- fiebre, astenia y malestar generalizado
- abscesos con fuga de pus al exterior
En casos graves, pueden desarrollarse complicaciones importantes como:
- diseminación a distancia de la infección con riesgo de sepsis y shock séptico,
- fractura patológica, en áreas donde el hueso infectado se vuelve particularmente frágil,
- deformidades óseas,
- retraso en el crecimiento de los huesos en los niños.
Diagnóstico
La osteomielitis se diagnostica principalmente en base a síntomas y signos clínicos, asociados a un aumento de marcadores inflamatorios en los análisis de sangre (aumento de glóbulos blancos, proteína C reactiva, plaquetas, …).
Puede pasar algún tiempo antes de que las lesiones se hagan visibles en la radiografía (al menos 2 semanas, tiempo necesario para la modificación estructural de las partes óseas afectadas), por ello el examen instrumental decisivo que ya permite el diagnóstico de osteomielitis en el el primer lugar es la resonancia magnética .
En formas crónicas puede ser útil realizar una gammagrafía ósea, un examen capaz de resaltar las zonas más afectadas (indicadas por la acumulación de radiofármaco).
Cuidado
El tratamiento se basa en la administración precoz de antibióticos, terapia que se debe seguir durante largos períodos (al menos un mes), comenzando con altas dosis intravenosas para luego pasar a la administración oral.
Si se forman abscesos (es decir, cavidades recién formadas en las que se acumula pus), estos deben drenarse rápidamente con procedimientos quirúrgicos, ya que los antibióticos por sí solos no son suficientes.
En formas invasivas y con afectación ósea importante, se requiere un “aseo quirúrgico” de las lesiones, con riesgo en ocasiones de tener que recurrir a una amputación.
Fuentes y bibliografía
- Manual de ortopedia y traumatología de AA.VV. Ed. Elsevier
- NHS
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